viernes, 7 de junio de 2013

Pensar la educación, pensar la libertad



En los último años parece existir un consenso básico entre la clase política mexicana: México necesita mejorar y renovar urgentemente su sistema educativo si aspira a romper el ciclo de pobreza –y sus inevitables consecuencias- en el que vive más de la mitad de su población.
 
Si bien lo anterior no denota de manera alguna un problema nuevo, la creciente urgencia por resolverlo es sin duda un aliciente para creer que al fin puede empezar a mitigarse. Y es que si la educación es el factor por excelencia que propicia la movilidad social de cualquier comunidad, relegar su importancia dentro de la agenda nacional sería desastroso.
 
No es exagerado entonces afirmar que hoy día en nuestro país las escuelas distan mucho de ser el proyecto transformador que potencie el desarrollo social. Por el contrario, las aulas no son más que el reflejo de la marginación y dejación de la comunidad en la que se encuentran.
 
Es así como a tan sólo unos días de tomar posesión como presidente de México, Enrique Peña Nieto propuso una arriesgada, aunque insuficiente para las dimensiones del problema, reforma educativa que busca redirigir en su totalidad el control de la educación a manos del Estado.
 
Y aunque va más allá del alcance de este artículo hacer un análisis íntegro de las propuestas incluidas en la reforma, conviene resaltar algunos datos duros que sólo ilustran la imperante necesidad de que el Estado mexicano asuma con firmeza la dirección de la educación. En México, de cada 100 niños que ingresan a educación básica sólo 64 acaban primaria, alrededor de 50 la secundaria, 24 el bachillerato y apenas diez una licenciatura. Cifras así sólo pueden instar a actuar.
 
Por ello, para ganarle la batalla a la pobreza, al subdesarrollo y a la violencia, primero hay que ganarle la batalla cultural a la mediocridad y a la irresponsabilidad. Hay que entender que nada cambia en la medida que las cosas se abandonan a su propia dinámica y que la educación es el motor que acelera la evolución progresiva hacia mejores niveles de vida.
 
Ya se verá en los años venideros si la reforma revitaliza la educación en nuestro país, pero por lo pronto, darle el justo lugar que merece sin duda ayudará a crear un verdadero cambio con base en una visión integral que eventualmente arraiguen en la comunidad la cultura de pensar la educación para transformarla en libertad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario